El Pulso: Oribe Peralta... Hasta el último aliento

El Pulso: Oribe Peralta... Hasta el último aliento

Fuente espn

CIUDAD DE MÉXICO -- Oribe Peralta juega cada partido como si fuera el primero en su vida… O el último.

No concibe el futbol sin esfuerzo, por lo que tarde o temprano su eterna lucha le reditúa en goles, triunfos y satisfacciones que pone al servicio de un colectivo, de su equipo. Es un futbolista ejemplar de pies a cabeza.

“No intentes ser el mejor de tu equipo, intenta que tu equipo sea el mejor”, escribió en su cuenta de Twitter el delantero luego de darle el triunfo al América ante el Atlas con un penalti en el último minuto.

Filosofía que predica a carta cabal. Su accionar frente a los Rojinegros fue una cátedra de competencia. Aquella vieja frase de barrio que reza “juego donde me pongan” Oribe la lleva al terreno de los hechos: como segundo delantero, en su momento de medio izquierdo o en su zona predilecta, el eje de ataque, no para de correr, de incomodar, de retener el esférico, de contagiar.

Oribe es el modelo perfecto de un delantero que con trabajo y perseverancia se abrió camino y logró salir del anonimato para instalarse en un sitio de privilegio: la consolidación.

La historia del futbolista originario de La Partida, Torreón, está marcada por la lucha, pues durante mucho tiempo fue un atacante ‘mediano’ y su despunte y aparición en los primeros planos se dio tarde, cuando rondaba los 27 años de edad.

Desde entonces, los fantásticos goles que ha firmado con Santos, América y la Selección Mexicana, son equiparables a ‘pinturitas’ de las Ligas de primer mundo que vemos semana a semana en la televisión.

Peralta es un futbolista ‘total’: le da el mismo valor al uso de los pies y la cabeza; piensa y ejecuta, no es un delantero dependiente; juega y hace jugar; define y asiste; aprende e ilustra.

No es casualidad que exactamente cinco años después de que fue el héroe aquel 11 de agosto en Wembley cuando con sus goles México obtuvo el oro olímpico, Oribe volviera a tener en sus pies la gloria, menor pero gloria al fin, en el Atlas-América, y a través de un penalti convertido hizo que valieran la pena cada corretiza, cuando luchó en inferioridad numérica y soportó incluso injusticias arbitrales.

Por si fuera poco, el goleador, egoísta por naturaleza, no se olvidó de Cecilio Domínguez, quien cumplía 23 años ese día y le dedicó el gol, además de hacer lo mismo con Rafael Márquez formando el mítico número cuatro en señal de respaldo al capitán.

Peralta juega cada partido como si fuera el primero en su vida… O el último. Es Oribe hasta el último aliento…





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